Fics

sábado, 22 de diciembre de 2012

Cretino.

Advertencias: Lemon, no muy explícito A+13.
Género: Amor, angustia, drama, romance.



Relatos que lleven entre sus líneas la palabra amor, muchos. Historias de amor no correspondido, puede que sean más que las estrellas del cielo. Cuentos de hadas con los que alguna vez en nuestra corta y efímera existencia, quizá antes de comprender que tal vez, solo tal vez el amor es un lugar tan…dolorosamente utópico.


Siento mi corazón acelerado, siento como cada golpeteo duele, duele demasiado. Porque efectivamente, aunque en estos momentos soy el villano, el patán, el cretino de los cuentos de hadas, sigo siendo humano. Sigo teniendo corazón… y quién lo diría ese es exactamente el problema: aún tengo corazón. No fui capaz de entregártelo, no porque no quisiera pero siempre que estuve dispuesto a hacerlo me desesperabas, me herías.



No fue tu culpa, tampoco la mía. Solo hay destinos que no encajan; hay almas que parecen ser gemelas pero no lo son.



Mi mundo entero pareció más brillante visto desde tus pupilas, pero debo admitirlo había días, muchos de hecho, en donde me sentía hundido en mierda.  Me diste cientos de días de felicidad, y un puñado de lágrimas imposibles de contar. Debo de confesarte que nunca he sufrido tanto como sufrí contigo. Y tampoco, había sido tan desdichadamente feliz.

Los momentos a tu lado, aquellos que son los únicos que quiero atesorar de ahora en adelante, ésos… en donde no me ahogabas con celos enfermizos y rabietas infantiles. En donde eras el tierno y sexy Takanori del que me enamore. Cuantas veces no quise desaparecerte, tomarte de la garganta y hacer que callaras. Otras tantas quise abrazarte por toda la eternidad y no soltarte jamás.

Ya no puedo contar las veces en que acabaste con mi paciencia, te gritaba, y apretaba mis puños para no tirarte de un golpe. Te juraba que no me volverías  a ver; pero de alguna manera siempre terminábamos juntos, con nuestros cuerpos sudando después de una larga y satisfactoria reconciliación, o también, solo bastaba ver tus ojitos suplicando que no me marchara, que no te dejara solo. Y a pesar de que mil veces me maldije por eso, verte de aquella manera bastaba para doblegarme, para hacer que mi paciencia se renovara cual rio que se llena con las gotas de agua de una inmensa tormenta.

Tormenta. Eso es lo que eres en mi vida, una tormenta, llena de relámpagos, de cielos grises y… brisas refrescante.  

Muchas veces tuve en mente que nuestra relación, era más una guerra campal, una lucha de orgullos y de tontos masoquistas compitiendo por el premio al  idiota de la década. Pero ¿Sabes?Renuncio. No más, no más de ti, de mí… de nosotros. Se acabó.
Sé que sabes a que hemos venido a aquí. Te sientas frente a mí y te quitas tus enormes gafas de sol, noto tu mirada decaída y tan cansada como la mía. Eres consciente de que esta vez es definitivo. Lo sé, porque yo también lo siento. No habrá sexo de reconciliación, ni tus chantajistas lagrimas podrán hacerme cambiar de opinión.

Llevas un cigarro hasta tus acolchonados labios. Tu vista esta clavada en el bonito paisaje exterior de esta cafetería. Respiras de manera apacible, y sigues en lo tuyo como queriendo pausar las cosas, ¿Para qué? ¿No será igualmente doloroso… para ti?

Terminas tu cigarro y dejas la colilla en el cenicero que una amable señorita nos trajo antes. Cierras los ojos con fuerza y los vuelves a abrir, por primera vez me miras de frente y fijamente, noto como tu mentón tiembla y te muerdes los labios para aguantar el nudo en la garganta. Tus ojos se humedecen más y más,  ¿te digo la verdad? Esta vez no me importa cómo te sientas, no me importa si lloras o si mueres.  Solo quiero cerrar los ojos y fingir que ya te has ido. Quiero tener la garantía que queda un ápice de nuestro amor, no quiero acabar odiándote.
Escucho un suspiro de tu boca y despabilo de mis pensamientos. Es ahora o nunca.
   Se acabó Takanori…—   Hablo de manera serena, pero con seguridad. Tu cara se descompone en una mueca que intentas ocultar.
 
   ¿Estas… estas seguro? — Me susurras.
 
   Lo estoy, ahora más que nunca, estoy seguro.
 
   Si es lo que quieres…— Te conozco tan bien. Finges que no te importa, pero el temblor en tu mentón te delata, juegas con el mantel y esa es otra señal de que te duele.
 
   Acertaste… es lo que más deseo…— Levantas la cara, las primeras lágrimas empiezan a caer.
 
   ¿Por…por qué? — tu voz se encuentra quebrada y me miras con suplica, quieres que te diga que es una broma. Quieres engañarte pensando que será solo una pelea más. Una de esas miles que han ahogado nuestra relación.
 
   Estoy harto. Esta relación, si así se le puede llamar, no es sana ni para ti… y sobre todo para mí.  
   Pero yo te amo…— Trato de pensar que no es uno de tus chantajes hablando, sin embargo te conozco demasiado bien como creer que te nace decirlo.
 
   No, no lo haces… date cuenta, eso que sientes por mí no puede ser amor.
 
No, no puede ser amor, el amor no lastima, no asfixia. A lo largo de estos 4 años que hemos estado juntos, llegue a conocerte mejor que a mí mismo, y también,  pasé más de la mitad siendo fuerte por los dos. Vi tus defectos desde el inicio al igual que tus virtudes. Quise que crecieras como persona. Éso, a mi parecer, es lo que hacen las parejas, crecer  y aprender a quererse hasta los defectos. Pero con nosotros nunca fue así, más que crecer declinamos cada vez más hasta llegar al punto de lamer del suelo las sobras de un nosotros. Y antes de que esas migajas se agoten prefiero terminar. Pensar en éso realmente fue lo que me dio el valor de hacer esto, no quiero perderte del todo.

 Nuestra ruptura no fue diferente, lloraste como nunca, me suplicaste como jamás. Mi respuesta no ha cambiado ya no quiero estar contigo.    
   Lo siento Takanori…algún día me lo agradecerás…— Te dejé sentado ahí. Con los ojos rojos y con tu corazón un poco más roto que antes.

Ámame intensamente hasta que ya no quede nada. O ámame toda la vida, gotita a gotita. 

 

**



Una vez te fuiste, como despedida me hiciste una promesa “Algún día me lo agradecerás”. Felicidades tu pronóstico se cumplió. Hoy en día de verdad te lo agradezco.  Tal vez no pueda darte las gracias por haberme dejado, perdóname pero nunca podré estar agradecido por eso. Gracias por hacerme crecer como persona, que hubiera dado por crecer a tu lado, por crecer juntos. El dolor a veces te extingue hasta apagarte por completo, otras veces solo es como una fina cortada que se siente poco, pero por siempre. Otras ocasiones, si eres listo te dará otra clase de perspectiva de la vida. Puedes aprender de ello o ahogarte en lágrimas. De ti apredí a ser listo así que me quedé con lo primero. 


 
Cuando te despediste de mí, con esas palabras tan gélidas, frías y sobre todo directas, te odié de verdad detesté cada partícula de tu cuerpo, Kyo. Deseé con todas mis fuerzas no haberte conocido. Sentí que de nada sirvió todo lo que te di… con mi forma de ser tan inmadura, caprichosa y egoísta pensé que te había dado todo.

Me cegué pensando que todo era perfecto que te hacia feliz, y también tristemente me obligué a creer que yo también lo era. Nunca me percaté de tu mirada de hastío, me negué a ver que la pequeña chispa de amor que encendí, con mis celos y caprichos yo mismo la extinguí, hasta  que solo quedó un pequeño puñado de cenizas convertidas en recuerdos.
Lástima que lo entendí tan tarde, tan tarde que ya nada podía hacer. No sabes cuánto me arrepiento de todo… ¿Sabes? Aun espero por nuestra última reconciliación.




**



Tokio, 1 de la madrugada. Reunión de personas diferentes pero con algo en común:
dinero, fama y fortuna, tenían las tres o sólo alguna. La música resonaba con fuerza en el lugar, gente desinhibida bailando. Unos cuantos ya eran víctimas del alcohol, él no estaba en ninguno de esos casos.



Lo había visto. Más hermoso que nunca, tantos años evitándolo y el destino los había  unido de nuevo. Tuvo ganas de hablarle, de saber cómo estaba, pero no. No lo haría. Seguía firme en su decisión a pesar de tantos años. Si el destino lo cruzaba en su camino nuevamente, él lo quitaría de por medio.



Quiso perderlo de vista, así que salió al jardín de aquel salón a fumar. Miraba a la nada, deseando que el tiempo pasara lentamente rápido.

Lo vio, claro que lo vio, tuvo que cerrar varias veces los ojos para saber que era verdad lo que veía. Enfrente, a unos cuantos metros, estaba Kyo, la persona que más había amado.  Porque, aunque Kyo acertó en muchas cosas, solo en una se había equivocado: Takanori lo había fue amor.

   Buenas noches…— dijo una voz conocida a su espalda. — Perdón que lo interrumpa, soy Takanori Matsumoto.
 
 
Se desconcertó por un momento, no sabía a qué venía a la actitud del pequeño pelirrojo. Decidió guardar silencio por algunos minutos.


   ¿Qué pretendes Takanori?...— preguntó de forma serena, mientras llevaba un cigarro a su boca, Ruki sonrió de lado, ya se esperaba esa reacción por parte de Kyo.
 
 
   Nada… realmente nada. Solo me presento contigo… de nuevo. — dijo recargándose en la misma baranda de metal blanco, donde se apoyaba su acompañante.
 
 
   ¿Qué ganas con eso?
 
 
   No gano nada, solo  es una forma de decir que acertaste… — lo miró sin entender. —  Sí, acertaste. Realmente te agradezco aquello, o mejor dicho te estoy agradecido por haberme hecho crecer, pero no te agradezco que me dejaras.
 
 
Kyo se quedó pensativo, no sabía exactamente qué decir. Nunca planeó volverlo a encontrar, y menos sostener una plática con él. Y sus últimas palabras, daban de lleno con su mente, alborotando sus emociones.


   ¿Y? ¿Qué esperas de mí? ¿Una felicitación? — masculló fríamente.
 
   No, no espero eso más bien… deseo recuperarte.
 
   ¿Recuperarme?creí que habías entendido que entre nosotros las cosas nos funcionando, que tú no me amas y yo a ti tampoco
 
    Lo sé, Kyo. Las cosas entre nosotros no funcionaban hace 3 años; yo soy otro, alguna vez te amé y quiero hacerlo de nuevo.
 
   Estás loco, no aceptaré una estupidez así de grande.
 
   Que mal que no sigas tus propios consejos, sigues siendo el mismo terco y reservado. Creo que te hace falta madurar ¿No?— Golpe bajo. Lo hizo callar, no de golpe literalmente sino con un beso.
 

No supieron cómo, pero se encontraban en el interior de la camioneta negra del Gazetto, comiéndose a besos. Ruki sentado en sus piernas, devorándolo con lujuria  mientras el metía mano por donde podía. Sus respiraciones se fueron agitando poco a poco, el calor era sofocante  y los nervios de ser vistos: excitante.

Su conciencia y su grandioso raciocinio valieron un rábano cuando toco sus labios. Se tuvo que tragar sus palabras. Una vez más cedía ante aquel caprichoso niño, que ahora ya no era nada de eso, según parecía el niño había crecido y se había convertido en un hombre y ahora… ahora estaba inmerso en el mejor sexo de reconciliación existente.
Sentía su miembro salir y entrar de esa estrechez húmeda, mientras el pelirrojo jadeaba en su oído y le enterraba las uñas en la espalda. El mordía y lamía su cuello, sin dejar ese exquisito vaivén con sus caderas.

En ese momento se sintió en una estúpida utopía. Sentía que el amor renacía, cual fénix, de las cenizas. Sus cuerpos no resistieron más, se desbordó y llenó el interior del Gazetto, mientras este se desparramaba en sus vientres.

   Es la mejor Reconciliación que hemos tenido…— Dijo el menor mientras se recargaba en el pecho del rubio.
 
   ¿Ya das por hecho que nos reconciliamos?...— preguntó enarcando una ceja.
 
   Sí, lograré amarte y lograré que me ames, y creceremos juntos…— respondió con una media sonrisa.
 
 
 
“Hay almas gemelas, que no parecen serlo…. Pero tal vez lo son”, pensó antes de besar la frente del pelirrojo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

My sassy girl


 
Esta es la historia de la primera y última vez que estuve enamorado. De la hermosa, complicada, fascinante mujer que envuelve mi alma. Estoy muy seguro de que me dejarás mañana, mejor lo diré mientras puedo: Si estamos juntos o separados, siempre serás la mujer de mi vida. El único hombre al que envidiaré es a quien se gane tu corazón. Siempre creeré que estoy destinado a ser ese hombre.
 
Si no volvemos a vernos, si un día estás caminando y sientes una presencia a tu lado, ese seré yo amándote desde donde sea que esté.

 
 
 
 

    My Sassy gril.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Pledge...Sueños rotos.


Capitulo I: Pledge.

“Sólo quisiera poder olvidar aquel momento en el que te conocí,
Pero eso ya en mí es imposible porque…TE AMO, con todo mi ser…eres parte de mi cuerpo y alma.”

                                                 “No puedo… dejar de pensarte.”

 
Sus manos sostienen una tasa de café mientras la tarde pasaba frente a él, sin detenerse. Las cosas no estaban bien o al menos para él. Miró por la venta de aquella cafetería, dándose cuenta de que la  tarde era un exagerado reflejo de la tristeza y la soledad que lo embargaban en aquel momento; el cielo plateado, anunciando lluvia, un frío que le hubiese entumecido todo el cuerpo si no tuviese aquella bebida caliente.

Apretó un poco su mano alrededor de aquella porcelana, sintiendo como le quemaba un poco, por un momento quiso sentir algo así de caliente que inundara su interior por qué...únicamente podía sentir un inmenso vacío.
“Mi corazón herido por querer curar el tuyo, destrozado por salvarte del dolor… había pagado el precio por haberme enamorado de ti.”

Tú ya no estás y yo continúo con el deseo de seguir juntos, mientras todo se vuelve gris. Yo seguía imaginándote junto a mí. Recordándote. Amándote como el primer día en que tus ojos llorosos se cruzaron con los míos, pidiendo un poco de consuelo. Un paño de lágrimas me convertí para ti, un abrazo protector siempre encontraste...Si no ibas a amarme ¿Para que me ilusionaste? ¿Por qué no dijiste sólo “Gracias”?

Quisiera decir que me arrepiento, quisiera de verdad arrepentirme. Que cuando digo que todos mis sentimientos hacia ti han terminado fuera cierto y no sólo una máscara que utilizó para esconderme. Pero no puedo… no puedo por que fue el camino que elegí, bueno o malo, fue mi elección desde el principio…dejarte jugar conmigo.

 Triste es saber que no sentías nada, saberlo y aun así desesperarme por  no poder verte, por  no tener permiso para tocarte una última vez, tener que suprimir mi deseo más grande, aquel de estar dentro de tu corazón.

 “Quisiera poder amarte una vez mas…pero tú ya estás lejos de mí

 “Si tan solo yo te digo lo que siento por ti….¿estaríamos de la mano otra vez?” 

–Estúpido– Se dijo así mismo cuando aquel pensamiento fugaz cruzó por su mente. ¿Por qué seguir pensando en eso? Suspiró frustrado mientras dejaba la cuenta en la mesa. Salió del lugar y comenzó a caminar, sin ninguna dirección, queriendo huir de todo. De aquella ciudad que tantos recuerdos le traía, dejar sus sentimientos atrás, con cada paso. Pero… de alguna forma, ahora más que nunca tenía claro que siempre iba a amarle. Que siempre…estaría lejos de él.

Y tuvo miedo, miedo de no poder olvidarlo. Miedo de que ya no regresara.

Mi vida te la di, mi corazón te lo entregué y aun así… aun así nunca fui suficiente, nunca logré que lo olvidaras.
Pero no te culpo, en el fondo yo lo sabía.  Tus besos, tu voz lograba engañarme pero tus ojos jamás; esos ojos que siempre suplicaban por otro nombre, por otros brazos. Yo  fui quien se cegó con la ingenua esperanza de que con el tiempo tus ojos solo sólo me verían a mí.

 Pero ya no es posible…estas con alguien que no deseo volver a ver…mientras lloro tu partida todo en mí…se vuelve gris”

Nadie puede fingir por siempre, nadie puede renunciar a la  posibilidad de estar con la persona que ama en realidad y así fue como te fuiste con él… dejándome.

De repente se detuvo, miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba perdido. Soltó un suspiro, no quería preguntar en donde estaba pero tampoco tenía caso seguir allí, congelándose, pensando idioteces. Cogió un taxi y se dirigió a su departamento. Llevaba días sin ir a aquel lugar, no tenía ganas de entrar a aquel lugar donde los recuerdos se acumulaban hasta el punto de asfixiarle.

Aun con todo, tenía claro que no podía retrasar ese momento y mientras miraba por la ventanilla intentaba coger valor para ingresar a ese cementerio de recuerdos, a ese castillo construido en base de mentiras.

Pagó al taxista mientras se preguntaba si en verdad estaba listo. Y la respuesta la tenía: No. Aun no estaba recuperado…pero tenía que seguir, tenía que comenzar a olvidarse de aquella situación.  Subió las escaleras recordándose que ya era hora de  salir de aquel  poso que dejó su ausencia. Y un poco más decidido pensó en lo que haría aquel día: limpiaría el departamento y sacaría todo de ahí, para después venderlo, para después convertir el amor que sentía en pasado.

Abrió la puerta con las manos temblorosas, un aroma raro le llegó a la nariz, quitando aquello… todo parecía seguir tal como antes; sus sillones blancos estaban ahí, en la mesa aun estaba su cuaderno de notas que usó la última vez. Cerró la puerta, intentado acostumbrarse a las penumbras. Su chaqueta de piel negra aun seguía arrumbada en una de las sillas del comedor. En su refrigerador seguro aun seguía la leche ya caduca. Todo estaba como antes. O casi todo pues estaba convencido de que nada… podría ser como antes.

Sus cabellos rubios ya no se acomodaban en sus piernas, las notas que salían de su guitarra ya no resonaban por todo el departamento. Su voz se había diluido y ni si quiera un susurro quedaba, así como tampoco  estaban esas mentiras que…sabía que iba extrañar.

Sintió lastima de si mismo, corrió las cortinas y observó el cielo cubierto de nubes grises completamente uniformes. ¿Cuántas noches observó el cielo desde ahí, junto él? quizá no fueron muchas, unos cuantos meses nada más, pero lo habían marcado tanto… había sido tan feliz.

Sus lágrimas cayeron, empezaron a llover tristeza, a desahuciar dolor. La estúpida esperanza se negaba a morir, a pesar de todo.

Abrió la ventana y el aire entró en aquel departamento, refrescándolo un poco. Se dio la vuelta para observar el panorama, repasando con la mirada aquellas cosas que debía llevarse de ahí. Sus ojos de detuvieron en una fotografía, una imagen perfecta de ellos…sonriendo… –¿Tu sonrisa era falsa en ese momento?–se preguntó.
¿Por qué nunca entendiste cuanto te amaba? ¿Por qué nunca entendiste que yo pude haber dado todo por ti?

Tan sólo quisiera que supieras que yo siempre te amaré… y en mis sueños seguirás por siempre… Tú.

Si tomas mi mano sentirás el dulce sabor de la mentira que vivimos juntos.”

Te amaba tanto que acepté vivir en una mentira, por que los dos nos engañábamos… yo sabía que no me amabas y quise creer que si. Tú, sabías que no me amabas y quisiste creer que era así.

No tardó demasiado tiempo en recoger sus pertenencias de la sala, cocina y comedor; sus discos, películas unos cuantos juegos de videos terminaron reposando en una maleta. No se llevaría nada más, estaba decidido a vender todo tal como estaba.

Escaneó una vez más aquel lugar, pendiente de que nada se le olvidara. Tomó valor, era hora de entrar a la habitación. De mala gana se dirigió hasta allá, abrió la puerta, que rechinó un poco, su aroma le envolvió… como veneno.

La luz en aquel cuarto era casi nula, buscó a tientas el botón para encender la luz, lo accionó y la habitación se inundó de una cálida luz. Sus ojos tardaron un tanto en acostumbrarse, miró a su al rededor...

Ahí estaba la cama donde tantas veces me entregué a ti pensando que algún día tú dejarías de pensar en él y me amarías. Me recosté en el mullido colchón, dejando que mi mente se perdiera en las grietas del techo.

“Tu foto sigue en el cuarto de los dos…yo sonrío con una noble mirada”.

Y no pudo evitarlo, pese a que sentía que su corazón daba latidos débiles, llenos de dolor, sonrió al recordar tan bellos e irrepetibles momentos que se dieron en aquel lugar, bajo esas mantas que ahora aguantaban sólo su peso. Pensó derrotado que por lo menos tuvo a la oportunidad de hacer convertir su sueño en una realidad…mentirosa, por algún tiempo.

 “¿Por qué te fuiste así de m? Si yo te anhelaba a mi lado…por siempre

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, encontrando su fin en la funda de aquella suave almohada. Se quedó largo tiempo así, sin moverse, dejando escapar esas gotitas saladas, evocando palabras, sonrisas, momentos únicos y maravillosos. Apretó los ojos con fuerza, se enjuagó el rostro con sus manos, acallando su llanto. Ya no debí llorar más, era momento de levantarse, y no sólo de la  ama, sino de aquella caída que supuso su traición.

 “Te amo eso no lo dudes nunca, pero esos sentimientos ya no están.”

Era hora de quemarlo todo. Seguir adelante…como si nada.

Los recuerdos, tenía que eliminarlos, así como ahora apartaba sus cosas y guardaba las propias. En el fondo de un cajón encontró una foto mas, de cuando eran amigos... ¿Hubiese sido mejor dejarlo todo así, en amistad? No supo responderse, no quiso pensar en ello. Le daba pavor descubrir que en realidad no se arrepentía de nada, que… si le diesen elegir volvería a apostar por eso, aun que al final sólo le quedara el sabor de una mentira.

 Pero esos sentimientos ya no están, tu mirada se vuelve gris y yo contigo siempre soñaré.”

Echó la foto también a la bolsa de la basura, después, buscó un poco más y encontró una foto de ellos…juntos, sonriendo.

 “Si tan solo pudiera ser aquella persona en tu corazón, cuan feliz seria ¿no lo sabes amor?

Apretó con una de sus manos aquella fotografía, rompiéndola en pedazos después. Si algo tenía que olvidar para seguir adelante era el hecho de que…nunca olvidó su amor por otra persona, siempre que estuvieron juntos el rubio pensaba en alguien más.

Rebuscó en el armario, llevándose cada una de sus prendas, guardándolas con cuidado. Se agachó para tomar sus últimos pares de zapatos, tentó a oscuras dentro del armario y encontró una caja de metal, no muy grande.

 “Si supieras como estoy repleto de rosas y recuerdos de ti en mi corazón.”

La abrió, encontrando pequeñas cosas que significaron algo para los dos; las entradas del cine, una rosa seca, un par de fotografías.

<<Aquí acumularemos nuestros recuerdos felices, cuando estemos tristes, cuando todo vaya mal…sólo tendremos que echar un vistazo a las primeras hojas de nuestro libro.>>
Esa fue una promesa que sellaron con un beso. Una promesa que tontamente creyó.
Adentro de aquella caja, también había una más pequeña, era una cajita de terciopelo azul marino. Un regalo de cumpleaños, el primero y el único que el otro le dio. Estaba vacía adentro, alguna vez reposó aquel collar que colgaba de su cuello.

“El colgante que te di aun lo tengo para mí, sueño y duermo con él.”    

Terminó de recoger todo, dio un par de vueltas por todo el lugar para inspeccionarlo más. No quería que nada se quedara, quería salir de ahí y olvidarlo todo. Esté era el final, el verdadero final. Aun que…también, como todo final, significaba un nuevo principio.

 Adiós este es el final de nuestra relación, sólo te pido que no olvides lo que una vez fui en tu corazón.”

Se quedó un momento mirando al cielo a través de las ventanas que había abierto hace  un rato, se acercó para cerrarlas. Ya nadie estaría ahí para mirar el cielo, ya nadie soñaría con tocar esas estrellas.

Un ruido metálico se escuchó, se sobresaltó y se volvió de manera rápida. Encontró frente así a la persona que menos quería ver, al menos en aquel momento. Sus labios se tensaron, su corazón se aceleró y se maldijo por ello. Intentó mantener su temple imperturbable.

    Taka… no sabía que estabas a aquí… pensé que hace mucho t-tú…— El pequeño guitarrista se notaba nervioso, apenado por aquella situación.


    Yo… sólo vine a recoger mis cosas, ya terminé así que…— el aire le faltaba, sólo quería desaparecer, correr lejos de ahí.  Sólo quisiera poder olvidar aquel momento en el que te conocí”— Adios, Hiroto.

Comenzó a caminar hacia la puerta, no sin antes depositar un suave beso en la frente del menor, el cual cerró los ojos sin poder hacer otra cosa. Cogió sus maletas y salió de ese lugar, para, quizás, nunca volver.

Con una lágrima te digo adiós y un dulce beso fue la despedida de nuestro lazo de amor.”

Bajó por el elevador, salió del edificio y se dirigió al estacionamiento para buscar su carro. En aquella inspección lo vio. Vio al vocalista alicio dentro de su carro. Habían ido juntos al departamento, quizá el Kohara tomara a Hiroto en la misma cama donde él lo había hecho tantas veces.

 Una vez mas yo te vi junto a la persona que amas, mi corazón se volvió gris por completo al verte con él…solo llore por dentro”

Pero era algo que no debía de importarle…ya no.
 

domingo, 22 de abril de 2012

No en esta vida. (AoixKaixReita)

Primer encuentro.

Me duele verte aquí después de tanto tiempo. Has cambiado, lo noto en tu cabello que ahora va teñido de negro y no de ese color rosa chillón que tanta risa me daba, en tu rostro que parece mucho más maduro de lo que recordaba, tus labios son vestigio de los amaneceres que te han visto amanecer, ya no llevas esa argolla en tus labios. Tu forma de vestir también ha cambiado, te vistes más normal… era obvio, después de todo la moda, las nuevas tendencias nos atrapan a todos, después de todo The GazettE estaba en receso... Veo que ya no te maquillas mucho, me encanta más verte natural…sí, aún me robas el aliento.

Tuve un presentimiento, supe que has sentido una mirada y que voltearas a buscar a quién te observa. Clavo mis ojos en el suelo, es muy interesante mirar las hormigas  llevar migas de pan a su casa. Tus ojos negros se han posado en mí, no te estoy viendo pero…aún me das escalofríos… mi piel no se olvida de tus ojos, aún no.

Puedo jurar que me has visto, espero que no te atrevas a venir… me dolería ¿sabes? Aún hay veces que despierto en las madrugadas con un nudo en la garganta, a veces también sigo preguntándome que hubiera pasado si… No vengas, solo olvida que me has visto, déjame pensar que ha sido una fantasía.

     ¿Yutaka? — La respiración se me corta y alzo la mirada, estas muy cerca de mí…

     ¿Yuu? ¡¿Cuánto tiempo?! — Fingir que me alegra verte es lo que debo hacer.

     Años, Yuta…años…— Susurras mientras me envuelves en un cálido abrazo que apenas soy capaz de corresponder.

Nos separamos y veo tu hermosa sonrisa, puedo ver en tus ojos la nostalgia, sé que no sabes que decir. No te preocupes, tampoco yo. No es que… no es que el amor haya resurgido al verte, es que nunca deje de sentirlo. Tampoco es que todos los días, a lo largo de estos dos años, me haya preguntado por tu existencia algunas ocasiones también te me olvidabas, pasaban semanas antes de que la brisa fresca o el olor a madera me recordara a ti.

     Está bonito el día… es bueno salir a disfrutarlo ¿Verdad?—Después de un largo silencio, decides cortarlo.

El clima, el tema de conversación que las personas usan cuanto ya no tienen nada que decir, o quizás es un sistema de escape, de huir para no decir tantas cosas que se aglutinan en la garganta, palabras que no deben ser dichas por que ya no tiene caso.  

     Lo es…—Siento como el aire mece mis cabellos y mis ojos se achican por el sol radiante. — No sabía que estabas en Tokio…

     Regresé hace un par de semanas, te iba a llamar pero… perdí tu número…—

Mentías. Sé que mantenías contacto con los demás, incluso con gente de otras bandas. Personas que nos ataban de alguna forma, y que… tenían mi número telefónico. Si de verdad quisieras, tú podrías haber llamado.

     No hay problema, lo bueno es que nos encontramos…— No tiene caso pensar en esas cosas.

     Sí, me da mucho gusto haberte encontrado, después de tanto…tiempo.

     Igual Yuu… ¿Piensas quedarte aquí o regresaras a Francia?

     He regresado definitivamente, se extraña a los conocidos después de todo…— Tus labios se curvan en una sonrisa, regresó el gesto, sin saber como sentirme exactamente.

Los conocidos, en especial yo, te hemos extraño…quise decir.

     Es bueno tenerte de vuelta.

     Hum gracias… Etto a ver si nos reunimos pronto…— Mi corazón se aceleró, a pesar de que notaba la cortesía en tu voz — Con los chicos…cuando regrese Akira haré una fiesta en mi departamento o en algún bar, debes venir…

     Cuenta conmigo, aun que me niego a preparar los bocadillos.

     Tonto~ si no eres tú entonces ¿Quién?— Dices riendo y tu risa se cuela en mis oídos, provocando que yo también lo haga.

     No sé, me han dicho que Shima ya sabe cocinar.

     Lo dudo, nos vimos la semana pasa y…— Titubeas, sé que no querías decir aquello. Sé que en realidad no querías verme. — Bueno, sigue siendo un desastre después de todo.

     Me imagino, la verdad no me atreví a comer su arroz…

     Qué bueno que no lo hiciste, si no estarías ingresado en el hospital.

     No quería morir…— Digo, intentando parecer natural…como si nada pasara.

El silencio nos abraza nuevamente, te veo menear tu pie izquierdo, estas nervioso y quieres irte. Mi estomago es un revoltijo de sensaciones, en realidad… quiero salir corriendo, pero me da miedo despertar.

     Tengo que irme…—Susurras, acomodando tus cabellos. — Te llamo en la semana ¿Sí?

     Claro, nos vemos….

Te despides con la mano e imito tu gesto. Te veo de reojo partir a la dirección contraria. Ni si quiera me has pedido mi teléfono. Mis ojos escocen y al mismo tiempo una sonrisa se planta en mi boca. Ha pasado demasiado tiempo, no tengo por qué seguir sintiéndome de esta forma. No tiene sentido, en lo absoluto. Me giró, se me ha olvidado comprar el vino…seguro mañana, que es domingo, no hay nada abierto.


Intermedio.

Siguió caminando, no es que estuviera evitando al menor es solo que… le daba ¿Lastima? Ver esos ojos de nuevo, o quizá su conciencia no lo dejaba en paz… Y es que, no es que se excusara, pero nada dura para siempre. Él había amado al menor, los momentos que pasaron juntos habían sido maravillosos pero el tiempo no perdona, el mundo no deja de girar, ni las cosas de mutar.

Un día despertó y supo que no era lo mismo, supo que si no quería hacerle más daño tenía que dejarlo ir. Lo quería, aun lo quería pero ya no lo amaba. Estaba seguro que Yutaka, siendo la maravillosa persona que era, encontraría a alguien que pudiera darle lo que él...ya no podía.

Así, fue como una mañana, justo después del desayuno, decidió dar por terminada aquella relación que duró más de cinco años.  Y, aun que le dolió mucho, también le hiso feliz el receso de la banda, le daba tiempo al menor de olvidarlo por que… sí, sí  notaba aquellas miradas de tristeza y ese dolor que emanaban esos ojitos color café que algún día tanto amó.

Los remordimientos del pasado se removieron, era obvio que el menor aún lo amaba, lo notó en seguida. Sintió culpa solo de pensar que el baterista aún siguiera esperándolo, que aun pensara que algo iba a suceder. Sintió lástima, culpa y remordimiento…pero así era el amor. A veces se gana y otras se pierde.

Regresó.

Destapaba con cuidado una botella de vino, bastante cara. Era un día importante y por ello en su departamento reinaba un ambiente bastante agradable, la casa estaba más limpia, el aire olía a deliciosa comida que ya estaba puesta en la mesa. Puso la botella en una charola para después agregar un par de copas a la misma.

Dejó el vino y el par de copas en la mesa y se sentó, descubriendo una charola con el plato fuerte.

     Hice tu favorito…— Sonrió al ver la mirada que el otro dirigió a los alimentos. — Espero que te guste…—Murmuró el baterista antes de comenzar a cortar la carne y ponerla en un plato.

     Extrañé tanto esto…—Susurró el bajista con ternura mientras daba una probada a su plato. — Aun que le faltó sal~

     Idiota…—El castaño le lanzó una servilleta, sabía que a Reita le encantaba molestarlo.

     Así me amas cariño mio…— Alardeó triunfante el de la bandita, que no traía en ese momento.

     Eso crees, eso crees

     ¡Oye! No seas malo conmigo, estuviste tres días sin mí y ¿ya me olvidaste?

     Nunca…— Sus mejillas se tiñeron de rojo al decir aquello. — Pero me agrada más el Reita cariñoso…

     A mi me agrada molestarte…—El baterista rodó los ojos, y siguieron comiendo.

Segundo encuentro.

     Vamos a llegar tarde…—Gritaba el guitarrista desde la sala. — ¡Yutaka!

Resopló frustrado antes de echarse unas cuantas gotas de perfume en su cuello. Salió a la sala donde lo esperaban Uruha y Reita, este último sin querer disimular lo fastidioso de aquella situación. Ninguno de los dos, baterista y bajista, querían ir, pero el hermoso y entrometido de su amigo había ido prácticamente a sacarlos de su casa.

     ¡Por fin! Te ves igual que hace unas horas, no sé por que tardaste.

     Shima, es en serio tu voz empieza a darme dolor de cabeza.

     Pendejo…—Dijo mientras se ponía de pie. — Vámonos.

Se subieron a la camioneta del bajista, recorrieron la ciudad y llegaron al bar donde tenía que llegar. Bajaron y el rubio tomó la mano del castaño oscuro. Kai pudo notar la inseguridad en los ojos de su pareja, no podía culparlo…él había sido el encargado de juntar los pedazos de lo que, se supone, era Yutaka, lamió sus heridas y espero a que estas…por lo menos dejaran de sangrar. Fue testigo de lo mucho que el menor había amado aquel idiota, era quién ese momento tenía dudas… tenía miedo de perderlo, de qué aún amara a Shiroyama.

Entraron al bar, el moreno y el vocalista los saludaron con las manos desde unos sillones, los recién llegados se sentaron y así comenzó la noche, dando paso a un reunión normal; con platicas sencillas de nuevos y viejos tiempos, donde tomaron y contaron aquellas anécdotas que ya habían escuchado más de mil veces pero que aún, después de tantos años, lograban hacerlos llorar de la risa.

Realidad.

Su cuerpo se movía a la par que la música, mientras sentía el cuerpo de una bella señorita pegarse al suyo. Sonrió coqueto y se movió un poco para delante, para estar mas pegados. No estaba muy alcoholizado, solo lo suficiente para que bailara música que ni le gusta y mucho menos conocía. Casi se había olvidado por completo de sus amigos, seguro ellos habían hecho lo mismo –pensó-. Equivocado.

Dejó de oír la música, dejó de moverse sensualmente a su ritmo y sus ojos se abrieron, su mente había dejado de procesar aquello. No, no y no…no podía ser verdad. Una risa ardiente salió de su garganta y sin más comenzó a caminar, sin embargo de detuvo en seco al percatarse de que estaba por romper ese ardiente beso.

No, Yutaka no estaba soltero.
No, Yutaka no lo había esperado durante todos esos años.
Sí, Yutaka era prácticamente devorado por los besos del bajista.
Sí, le dio en la madre y le dolió.

Perdido.

Quisiera pedir que fueras parte de mi futuro y sin embargo solo puedo dar las gracias por haber sido parte de tu pasado, pedir que no me olvides, que me recuerdes como alguien importante…

Sus manos se aferran al volante de su automóvil, sus uñas se encajan en aquella piel sintética. Sus ojos se llenan de lágrimas, que no derramará.  Sus labios tiemblan casi imperceptiblemente; en su interior, aquel hueco que se negaba a atender, cobró fuerza y le robó la respiración.

Recargó su cabeza en aquel volante, para después suspirar pesadamente. No tenía derecho a sentirse así, se supone que…no tenía por qué sentir celos, no debía por qué todo había terminado, él lo había querido así…Se supone que no debía doler como lo estaba haciendo.

Suspiró profundamente antes de poner en marcha su automóvil, no quería que lo vieran ahí y mucho menos tener que encontrárselos. Los automóviles, las personas pasaban a su alrededor y él, apenas fue consciente de todo aquello. Se encontraba en modo automático, aguantando el huracán de emociones que estaba sintiendo en aquellos momentos.

Llegó a su departamento y el miedo lo invadió. No quería entrar, no quería por que todo le recordaba a él, no quería que más películas de momentos felices pasaran por su cabeza, no quería que su consciencia le recordara todo aquello que…había perdido.

Y, mientas se rendía a la batalla, lágrimas gruesas mojaron sus mejillas. Quizás solo eran celos, quizá solo quería que nadie lo tuviera y, aun que le doliera aceptar esa posibilidad… Quizás se había equivocado y sí lo amaba. Se acostó pensando en todo y en nada. ¿Con Akira? Si ellos se llevaban mal, si el bajista no era tan bueno en la cama, si… decidió cerrar los ojos, no debía de pensar en, tal vez, el error mas grande  de su vida.
Se regañó mentalmente, siempre pensó que Yutaka sería solo suyo, maldita costumbre del ser humano, pensar que las personas nos amaran siempre, aun en ausencia.

Se sintió estúpido. Quizás pensaría en algo, o quizás solo lo dejaría ir… no lo sabía, mañana con un buen café tomaría la decisión.

El delineador que se corrió, hizo que cayeran lágrimas negras.
Luz que se refleja en el ojo, la estela que continúa hacia el cielo.

 Ya lo he dicho.

     Estas raro…—Dijo con voz adormilada, haciendo círculos con sus dedos en el pecho del bajista.

     No lo estoy…

     Si lo estas…—El otro bufo suavemente ante la insistencia del otro.

     Según tú ¿Cómo es que estoy?

     Raro…

     ¿Raro? ¿Así raro, como enojado?—Preguntó tiernamente, acariciando esa espalda desnuda

     Mmmm… no, si estuvieras raro-enojado no me hubieras hecho el amor, es solo que estas muy cariñoso…

     Tonto…—Le dio un golpe suave en uno de sus glúteos. — Siempre soy cariñoso…

     No así…

     ¿Pero te gusta?—Cuestionó con miedo, era verdad estaba raro. Estaba muerto de celos y el pánico lo invadía.

     Sí, pero sé extraño al Rei-chan insoportable.

El bajista lo envolvió con sus brazos y le dio un beso en la frente, tenía miedo de preguntar aquello pero aun así lo hiso, era mejor salir de dudas y si tenía que terminar, que terminara.

     ¿Sentiste algo…cuando lo viste?

El baterista se guardó un suspiro. Sabía que esa pregunta llegaría tarde o temprano. Se acomodó para quedar encima del rubio, con su mentón y su propio pecho recargados en el ajeno.

     Claro que sentí… fue mi primer amor, fue un gran amigo pero…

     ¿Pero?—Dijo tímido, e inconscientemente apretó mas al baterista como atándolo más a si.

     Pero ya fue Rei… ahora estoy contigo, ahora al que amo eres tú…

     ¿Seguro?

     Tan seguro como que ahora mismo quiero que me hagas el amor…

Juntó sus labios con un beso. Lo había pensado bien, el pasado era eso… ya era hora de ver hacia delante, de ver a un lado y de valorar a la persona que ahora estaba acariciándolo tan ardientemente. Ya. Estaba seguro de que no, no lo amaba. Quizá solo amaba lo que fue alguna vez, aquel recuerdo de un viejo amor… solo eso.



Tercer encuentro

Fue al súper a comprar la despensa, y caminaba bajo la luz del crepúsculo, cargado un par de bolsas transparentes. Lo vio nuevamente, sintió algo pero se obligó a cambiar la dirección de sus pensamientos. Formó una sonrisa y notó que no fue fingida.

     Buen día Yuu…

     Hola Yuta...— Él si sonrió fingiendo. Las ganas de tomar al otro lo embargaron pero se contuvo, aún no era el momento. — Veo que el ramen también se te ha terminado…

     Sí… eso y muchas cosas más…— Dijo haciendo una mueca.

     Ya veo…

Silencio, Yutaka decidió que no se quedaría escucharlo. No lo merecía y ya no tenía la necesidad de escucharlo.

     Voy con algo de prisa…nos vemos luego.

El mayo sabía de sobra que el otro quería evitarlo, sabía que no sería por siempre, no cuando la banda estaba por reanudad actividades.

     Nos vemos entonces Yuta~

El otro asintió y siguió su camino.

     Kai…— Escuchó detrás de si. — ¿Ya me olvidaste?

Detuvo sus pasos, aquella pregunta le robó la respiración. Preguntada tan directamente… no era fácil de responder.

     No en esta vida…

Susurró con la voz algo cortada, para después reanudar sus pasos. El guitarrista sintió algo cálido embargarlo, estarían juntos. Lo sabía. Se encargaría de ello… Yutaka, era suyo. Solo suyo.