Fics

sábado, 22 de diciembre de 2012

Cretino.

Advertencias: Lemon, no muy explícito A+13.
Género: Amor, angustia, drama, romance.



Relatos que lleven entre sus líneas la palabra amor, muchos. Historias de amor no correspondido, puede que sean más que las estrellas del cielo. Cuentos de hadas con los que alguna vez en nuestra corta y efímera existencia, quizá antes de comprender que tal vez, solo tal vez el amor es un lugar tan…dolorosamente utópico.


Siento mi corazón acelerado, siento como cada golpeteo duele, duele demasiado. Porque efectivamente, aunque en estos momentos soy el villano, el patán, el cretino de los cuentos de hadas, sigo siendo humano. Sigo teniendo corazón… y quién lo diría ese es exactamente el problema: aún tengo corazón. No fui capaz de entregártelo, no porque no quisiera pero siempre que estuve dispuesto a hacerlo me desesperabas, me herías.



No fue tu culpa, tampoco la mía. Solo hay destinos que no encajan; hay almas que parecen ser gemelas pero no lo son.



Mi mundo entero pareció más brillante visto desde tus pupilas, pero debo admitirlo había días, muchos de hecho, en donde me sentía hundido en mierda.  Me diste cientos de días de felicidad, y un puñado de lágrimas imposibles de contar. Debo de confesarte que nunca he sufrido tanto como sufrí contigo. Y tampoco, había sido tan desdichadamente feliz.

Los momentos a tu lado, aquellos que son los únicos que quiero atesorar de ahora en adelante, ésos… en donde no me ahogabas con celos enfermizos y rabietas infantiles. En donde eras el tierno y sexy Takanori del que me enamore. Cuantas veces no quise desaparecerte, tomarte de la garganta y hacer que callaras. Otras tantas quise abrazarte por toda la eternidad y no soltarte jamás.

Ya no puedo contar las veces en que acabaste con mi paciencia, te gritaba, y apretaba mis puños para no tirarte de un golpe. Te juraba que no me volverías  a ver; pero de alguna manera siempre terminábamos juntos, con nuestros cuerpos sudando después de una larga y satisfactoria reconciliación, o también, solo bastaba ver tus ojitos suplicando que no me marchara, que no te dejara solo. Y a pesar de que mil veces me maldije por eso, verte de aquella manera bastaba para doblegarme, para hacer que mi paciencia se renovara cual rio que se llena con las gotas de agua de una inmensa tormenta.

Tormenta. Eso es lo que eres en mi vida, una tormenta, llena de relámpagos, de cielos grises y… brisas refrescante.  

Muchas veces tuve en mente que nuestra relación, era más una guerra campal, una lucha de orgullos y de tontos masoquistas compitiendo por el premio al  idiota de la década. Pero ¿Sabes?Renuncio. No más, no más de ti, de mí… de nosotros. Se acabó.
Sé que sabes a que hemos venido a aquí. Te sientas frente a mí y te quitas tus enormes gafas de sol, noto tu mirada decaída y tan cansada como la mía. Eres consciente de que esta vez es definitivo. Lo sé, porque yo también lo siento. No habrá sexo de reconciliación, ni tus chantajistas lagrimas podrán hacerme cambiar de opinión.

Llevas un cigarro hasta tus acolchonados labios. Tu vista esta clavada en el bonito paisaje exterior de esta cafetería. Respiras de manera apacible, y sigues en lo tuyo como queriendo pausar las cosas, ¿Para qué? ¿No será igualmente doloroso… para ti?

Terminas tu cigarro y dejas la colilla en el cenicero que una amable señorita nos trajo antes. Cierras los ojos con fuerza y los vuelves a abrir, por primera vez me miras de frente y fijamente, noto como tu mentón tiembla y te muerdes los labios para aguantar el nudo en la garganta. Tus ojos se humedecen más y más,  ¿te digo la verdad? Esta vez no me importa cómo te sientas, no me importa si lloras o si mueres.  Solo quiero cerrar los ojos y fingir que ya te has ido. Quiero tener la garantía que queda un ápice de nuestro amor, no quiero acabar odiándote.
Escucho un suspiro de tu boca y despabilo de mis pensamientos. Es ahora o nunca.
   Se acabó Takanori…—   Hablo de manera serena, pero con seguridad. Tu cara se descompone en una mueca que intentas ocultar.
 
   ¿Estas… estas seguro? — Me susurras.
 
   Lo estoy, ahora más que nunca, estoy seguro.
 
   Si es lo que quieres…— Te conozco tan bien. Finges que no te importa, pero el temblor en tu mentón te delata, juegas con el mantel y esa es otra señal de que te duele.
 
   Acertaste… es lo que más deseo…— Levantas la cara, las primeras lágrimas empiezan a caer.
 
   ¿Por…por qué? — tu voz se encuentra quebrada y me miras con suplica, quieres que te diga que es una broma. Quieres engañarte pensando que será solo una pelea más. Una de esas miles que han ahogado nuestra relación.
 
   Estoy harto. Esta relación, si así se le puede llamar, no es sana ni para ti… y sobre todo para mí.  
   Pero yo te amo…— Trato de pensar que no es uno de tus chantajes hablando, sin embargo te conozco demasiado bien como creer que te nace decirlo.
 
   No, no lo haces… date cuenta, eso que sientes por mí no puede ser amor.
 
No, no puede ser amor, el amor no lastima, no asfixia. A lo largo de estos 4 años que hemos estado juntos, llegue a conocerte mejor que a mí mismo, y también,  pasé más de la mitad siendo fuerte por los dos. Vi tus defectos desde el inicio al igual que tus virtudes. Quise que crecieras como persona. Éso, a mi parecer, es lo que hacen las parejas, crecer  y aprender a quererse hasta los defectos. Pero con nosotros nunca fue así, más que crecer declinamos cada vez más hasta llegar al punto de lamer del suelo las sobras de un nosotros. Y antes de que esas migajas se agoten prefiero terminar. Pensar en éso realmente fue lo que me dio el valor de hacer esto, no quiero perderte del todo.

 Nuestra ruptura no fue diferente, lloraste como nunca, me suplicaste como jamás. Mi respuesta no ha cambiado ya no quiero estar contigo.    
   Lo siento Takanori…algún día me lo agradecerás…— Te dejé sentado ahí. Con los ojos rojos y con tu corazón un poco más roto que antes.

Ámame intensamente hasta que ya no quede nada. O ámame toda la vida, gotita a gotita. 

 

**



Una vez te fuiste, como despedida me hiciste una promesa “Algún día me lo agradecerás”. Felicidades tu pronóstico se cumplió. Hoy en día de verdad te lo agradezco.  Tal vez no pueda darte las gracias por haberme dejado, perdóname pero nunca podré estar agradecido por eso. Gracias por hacerme crecer como persona, que hubiera dado por crecer a tu lado, por crecer juntos. El dolor a veces te extingue hasta apagarte por completo, otras veces solo es como una fina cortada que se siente poco, pero por siempre. Otras ocasiones, si eres listo te dará otra clase de perspectiva de la vida. Puedes aprender de ello o ahogarte en lágrimas. De ti apredí a ser listo así que me quedé con lo primero. 


 
Cuando te despediste de mí, con esas palabras tan gélidas, frías y sobre todo directas, te odié de verdad detesté cada partícula de tu cuerpo, Kyo. Deseé con todas mis fuerzas no haberte conocido. Sentí que de nada sirvió todo lo que te di… con mi forma de ser tan inmadura, caprichosa y egoísta pensé que te había dado todo.

Me cegué pensando que todo era perfecto que te hacia feliz, y también tristemente me obligué a creer que yo también lo era. Nunca me percaté de tu mirada de hastío, me negué a ver que la pequeña chispa de amor que encendí, con mis celos y caprichos yo mismo la extinguí, hasta  que solo quedó un pequeño puñado de cenizas convertidas en recuerdos.
Lástima que lo entendí tan tarde, tan tarde que ya nada podía hacer. No sabes cuánto me arrepiento de todo… ¿Sabes? Aun espero por nuestra última reconciliación.




**



Tokio, 1 de la madrugada. Reunión de personas diferentes pero con algo en común:
dinero, fama y fortuna, tenían las tres o sólo alguna. La música resonaba con fuerza en el lugar, gente desinhibida bailando. Unos cuantos ya eran víctimas del alcohol, él no estaba en ninguno de esos casos.



Lo había visto. Más hermoso que nunca, tantos años evitándolo y el destino los había  unido de nuevo. Tuvo ganas de hablarle, de saber cómo estaba, pero no. No lo haría. Seguía firme en su decisión a pesar de tantos años. Si el destino lo cruzaba en su camino nuevamente, él lo quitaría de por medio.



Quiso perderlo de vista, así que salió al jardín de aquel salón a fumar. Miraba a la nada, deseando que el tiempo pasara lentamente rápido.

Lo vio, claro que lo vio, tuvo que cerrar varias veces los ojos para saber que era verdad lo que veía. Enfrente, a unos cuantos metros, estaba Kyo, la persona que más había amado.  Porque, aunque Kyo acertó en muchas cosas, solo en una se había equivocado: Takanori lo había fue amor.

   Buenas noches…— dijo una voz conocida a su espalda. — Perdón que lo interrumpa, soy Takanori Matsumoto.
 
 
Se desconcertó por un momento, no sabía a qué venía a la actitud del pequeño pelirrojo. Decidió guardar silencio por algunos minutos.


   ¿Qué pretendes Takanori?...— preguntó de forma serena, mientras llevaba un cigarro a su boca, Ruki sonrió de lado, ya se esperaba esa reacción por parte de Kyo.
 
 
   Nada… realmente nada. Solo me presento contigo… de nuevo. — dijo recargándose en la misma baranda de metal blanco, donde se apoyaba su acompañante.
 
 
   ¿Qué ganas con eso?
 
 
   No gano nada, solo  es una forma de decir que acertaste… — lo miró sin entender. —  Sí, acertaste. Realmente te agradezco aquello, o mejor dicho te estoy agradecido por haberme hecho crecer, pero no te agradezco que me dejaras.
 
 
Kyo se quedó pensativo, no sabía exactamente qué decir. Nunca planeó volverlo a encontrar, y menos sostener una plática con él. Y sus últimas palabras, daban de lleno con su mente, alborotando sus emociones.


   ¿Y? ¿Qué esperas de mí? ¿Una felicitación? — masculló fríamente.
 
   No, no espero eso más bien… deseo recuperarte.
 
   ¿Recuperarme?creí que habías entendido que entre nosotros las cosas nos funcionando, que tú no me amas y yo a ti tampoco
 
    Lo sé, Kyo. Las cosas entre nosotros no funcionaban hace 3 años; yo soy otro, alguna vez te amé y quiero hacerlo de nuevo.
 
   Estás loco, no aceptaré una estupidez así de grande.
 
   Que mal que no sigas tus propios consejos, sigues siendo el mismo terco y reservado. Creo que te hace falta madurar ¿No?— Golpe bajo. Lo hizo callar, no de golpe literalmente sino con un beso.
 

No supieron cómo, pero se encontraban en el interior de la camioneta negra del Gazetto, comiéndose a besos. Ruki sentado en sus piernas, devorándolo con lujuria  mientras el metía mano por donde podía. Sus respiraciones se fueron agitando poco a poco, el calor era sofocante  y los nervios de ser vistos: excitante.

Su conciencia y su grandioso raciocinio valieron un rábano cuando toco sus labios. Se tuvo que tragar sus palabras. Una vez más cedía ante aquel caprichoso niño, que ahora ya no era nada de eso, según parecía el niño había crecido y se había convertido en un hombre y ahora… ahora estaba inmerso en el mejor sexo de reconciliación existente.
Sentía su miembro salir y entrar de esa estrechez húmeda, mientras el pelirrojo jadeaba en su oído y le enterraba las uñas en la espalda. El mordía y lamía su cuello, sin dejar ese exquisito vaivén con sus caderas.

En ese momento se sintió en una estúpida utopía. Sentía que el amor renacía, cual fénix, de las cenizas. Sus cuerpos no resistieron más, se desbordó y llenó el interior del Gazetto, mientras este se desparramaba en sus vientres.

   Es la mejor Reconciliación que hemos tenido…— Dijo el menor mientras se recargaba en el pecho del rubio.
 
   ¿Ya das por hecho que nos reconciliamos?...— preguntó enarcando una ceja.
 
   Sí, lograré amarte y lograré que me ames, y creceremos juntos…— respondió con una media sonrisa.
 
 
 
“Hay almas gemelas, que no parecen serlo…. Pero tal vez lo son”, pensó antes de besar la frente del pelirrojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario